Gastronomía

2. GASTRONOMÍA

La gastronomía es uno de los principales valores con los que cuenta Isla Cristina. Aúna recetas de antaño con la pujante innovación culinaria. Al fin y al cabo, el enclave cuenta con todos los ingredientes para el éxito, los mejores productos del mar y el campo, tratados con respeto por manos expertas.

La localidad de Isla Cristina posee muchos valores que la convierten en una de las localidades más atractivas para vivir, veranear o una escapada de fin de semana. A su privilegiado entorno natural, apacibles playas, benigna climatología y la nobleza de sus habitantes, hay que sumarle una gastronomía rica, equilibrada y suculenta que convence al comensal más exigente.

Los nativos lo saben y los que llegan pueden comprobarlo a través de una amplia red de locales, en torno al centenar establecimientos, que ofrecen una cocina tradicional, transmitida “boca a boca” por la abuela o cocineros jubilados con años de experiencia en barcos de pesca. Por sus manos resecas y agrietadas han pasado todo tipo de pescados capturados al día; los más humildes, porque los otros, los caros, son para la venta. A los primeros se les saca todo el jugo posible, consiguiendo guisos contundentes con los que alimentar a la tripulación durante los duros y fríos inviernos.

Gracias a que Isla Cristina es uno de los puertos de captura fresca más importantes de Andalucía, tiene una gastronomía que se caracteriza por su amplia variedad en mariscos y pescados, como la gamba blanca, cigala, langostino, sardina, caballa, lenguado, atún y boquerón siendo ampliamente conocidos sus productos conserveros y las tradicionales salazones.

Rubio, gallo, araña, pintarroja, cazón, atún, pescadilla o raya son la base para algunos de esos guisos, principalmente en sofrito de tomate o “blanquillo”, a base de cebolla, tomate natural, pimiento y patatas. Son recetas que trascienden de los fogones particulares a bares y restaurantes repartidos por la localidad, concentrándose muchos de ellos en los alrededores del puerto. A los guisos hay que sumarle otras tapas y raciones que, aunque más comunes, no por ello dejan de ser exquisitas. Siempre a base de pescados y mariscos, como las gambas cocidas o a la plancha, los fritos de pescados como acedías, boquerones, chocos, taquitos de rape, adobos en todas sus variedades, completan las cartas generalistas de bares, restaurantes y los refrescantes chiringuitos de la costa.

Más recientes son aquellos lugares que sirven estos mismos pescados al carbón. De los primeros se sitúa en la barriada Punta del Caimán y el puerto pesquero. A varias calles se percata un aroma característico. Es un humo que alimenta. Olores a mar y sal que se escapan de brasas encendidas, horas antes, por marineros varados en tierra firme por voluntad propia.

A partir de estos productos de primera calidad, frescos y sanos, muchos restauradores han ido más allá y ofrecen a sus comensales un trato más refinado y elegante, tanto en sus salones, como en el cuidado de sus recetas. Repartidos por toda la localidad, existen lugares con encanto donde ofertan exquisiteces como la corvina en salsa de naranja, tarantelo de atún rojo con salsa de tomate natural y verduras, calamares al champagne, ensalada de mojama y almendras con vinagreta de tomate, bacalao gratinado con ali-oli de almendras o los bombones de huevas de cigala.

No podemos olvidarnos del producto estrella de la zona, la mojama. El origen de la mojama, se remonta a la prehistoria. Aunque fueron los fenicios los primeros en utilizar esta técnica de salado. Un proceso que les permitía transportar y comercializar el atún y el pescado de las factorías del mediterráneo. Los romanos, visigodos, árabes y judíos mantuvieron la costumbre de consumir pescado en salazón, que se mantiene en la actualidad. Se obtiene exclusivamente de la parte más noble del atún, el lomo. Después se somete a un proceso de curado en sal y secado posterior. La mojama de Isla Cristina tiene sello IGP (Indicación Geográfica Protegida), que garantiza su autenticidad y calidad y regula su proceso de elaboración artesanal.

En cuestión de postres y dulces típicos isleños, el más importante es la Coca. Este dulce es una muestra de la influencia de los catalanes y valencianos en la gastronomía de Isla Cristina ya que está documentado su consumo y elaboración de forma totalmente artesanal en los hogares isleños desde los tiempos fundacionales. Aunque se encuentra relacionada, su elaboración, a la época de Semana Santa, ya podemos encontrarlas en los establecimientos durante todo el año. Además, podemos encontrarnos entre los postres típicos, el arroz con leche, la poleá de maíz y los frutos de la zona como fresas de La Redondela, frambuesas, y, de producción más recientes, berrys y mango.

En definitiva, la localidad costera posee una suculenta gastronomía local basada, principalmente, en el pescado y marisco, tratados y cocinados con maestría para sacarle todo su jugo, proponiéndole al comensal un amplio abanico de posibilidades, tanto en platos como de lugares donde probarlos. Desde el bar o cafetería más modestos, pasando por los restaurantes más asequibles, a las cartas más sofisticadas, pero siempre con la máxima calidad y respeto a los productos tratados por manos expertas, fieles a recetas heredadas o jóvenes chefs rompedores que innovan sobre una materia prima ancestral.